Una entrada sin título como un hola, un adiós. Una entrada como un cuaderno en blanco en el que quedan tantas cosas por escribir. Un momento en el tiempo que provoca incertidumbre, miedo, curiosidad.
Sentir las gotas de una lluvia de abril sobre tu piel caliente y abrasada por la luz de tantas lunas de agosto y plantearse si ésta pudo haber sido la última noche, la última luna, la última escapada fugaz antes de que todo cambie para bien, para mal, quién sabe.
Quiero que sepas que, pase lo que pase, nunca he sido tan feliz como en el mismo instante en que me despiertas cada mañana asomado a la frontera de mi almohada y acaricias con suavidad mi vientre que es tuyo y quién sabe si será la promesa de nuestro futuro.
Una entrada sin título como un hasta siempre o un hasta nunca. Como un pequeño detalle en medio del verano más largo de mi vida. Como una brisa fresca de inspiración en medio de este letargo. Sin promesas de regreso sin ponerle fecha a nada. Porque así vivo ahora y porque así, aunque me ha costado mucho, sé por fin que quiero vivir.
Una entrada sin título y un beso con un sabor intenso a salitre de la costa que es hoy y siempre fue, mi hogar.
2 comentarios:
Una entrada sin título… la tetera avisa de que el agua hierve, me acerco, la tomo del asa, ¡ay! Me quemo. Se vierte un poco. Limpio el té derramado en los baldosines blancos, nunca me gustaron pero ya no sería lo mismo una encimera distinta. El cielo se cubre de nubes y la tarde llega a su fin. Cierro la ventana, comienza a refrescar. Vuelvo a la mesa, sitúo la taza “¿en qué estaba?” ah, sí. Una entrada sin título: la vida.
Un saludo.
Una entrada a una habitación de espejos, donde mirarse en múltiples reflejos, uno de los cuales será la siguiente salida.
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