sábado, 23 de febrero de 2013

Los hijos del 23F



Algunos, aun, en el vientre de sus madres. Otros, despertando a la vida. Somos los hijos del 23F, los nacidos en el año 1981. Miro por la ventana y cae la nieve en cota cero sin cuajar. Al tocar el suelo se funde y deja un ambiente mojado y gris, como el del día de hoy. Las previsiones aciertan, ya no se acusa a los servicios de meteorología de errar, como antes. Otras previsiones, la económicas, auguran días más grises aún y nosotros, que somos los hijos de aquella era, de aquel evento tan trascendente, nos llevamos las manos a la cabeza y nos disponemos a enfundar nuestros pies con calcetines gordos para salir hoy a la calle. No salimos solos, salen con nosotros las generaciones anteriores y las posteriores, todos igual de jodidos. Sin sueños a los que aferrarse, sin poder confiar en nadie. El recelo nos invade, las instituciones están tan podridas como hace 32 años o quizá más. O quizá se sabe más ahora, pero, qué importa en realidad, si no lo pagan ni lo van a pagar. 

Mi madre dormía durante el 23F, pues yo demandaba mucha energía dentro de su cuerpo. No nevaba en la costa ese día, las nubes grises se concentraban en el Congreso y mi padre le llevó las buenas noticias al meterse en la cama. Hoy las nubes grises se amontonan sobre todos nosotros y, si no, las heladas o las lluvias. Todas ellas acompañan a esta fecha en la que tenemos que salir a protestar, a demostrar, una vez más, la indignación y el cabreo, aunque ya nos pese el cansancio y la apatía, aunque cada vez dudo más de que esta nieve no cuaje. 

Algunos, lo que son las cosas, con un ser creciendo en su vientre. Otros, maldiciendo la vida. Somos los hijos del 23F y salimos a la calle porque sabemos que nunca fue una democracia real y que, algún día, caerá por su propio peso, por el de la cantidad de mierda que tiene, por el de su corrupción, por el de la terrible desigualdad, por el del engaño al ciudadano...

Abríguense y no dejen de buscar una mano cálida con la que compartir el calor que aun nos queda y que nunca nos podrán arrebatar.


5 comentarios:

Óscar Sejas dijo...

El clamor ciudadano terminará por ser escuchado. Siempre ha sido así a lo largo de la historia, nadie ha soportado el cabreo del pueblo o termina pagando las consecuencias.

Abrazos.

Marcos dijo...

Me ha gustado lo de Hijos del 23F. Palabras muy acertadas...

Marcos dijo...

Me ha gustado lo de Hijos del 23F. Palabras muy acertadas...

Boris dijo...

Antes no había tanta transparencia pero yo creo que la situación no era tan caótica en 1981, ahora estamos ya en tiempos en que algo así nunca más se va a producir pero es necesario una revolución ciudadana y es que dentro de la legalidad algo tiene que pasar

Vagamundo dijo...

La "tijera" entre la casta selecta y el resto de la humanidad tiende, por corporativismo conservador, a ensancharse.
Lo único es romper la baraja...